jueves, enero 05, 2023

Si preguntan por mi, digan que salí a buscarme por Tomás-Néstor Martínez Alvarez

Si preguntan por mi, digan que salí a buscarme



Me di cuenta de que aquel libro, desde su portada, continuaba observándome. Seguía mis movimientos con disimulo por encima del lomo. Una librería del Viejo San Juan en Puerto Rico. Y sin preámbulo alguno te dices, me digo, he de leer ese libro. Días después en el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, donde aún se recuerda la docencia de Zenobia Camprubí, de Juan Ram
ón Jiménez o del astorgano Ricardo Gullón, leía poemas con poetas puertorriqueños; allí se encontraba Amarilis Tavárez Vales (Camuy, 1974), la poeta cuyo libro Larga jornada en el trópico (2015) me había seguido con mirada interrogante y aparentemente dispersa. Sin más devaneos, debió pensar el libro aquel, un poemario, que se trataba de un lector curioso recién llegado desde otro horizonte atlántico.

    

De los poemarios de Amarilis Tavárez anteriores a este quisiera destacar Realid(h)ades(2006) y Hastío (2014). En ambos, tras su título, se desvela hacia dónde puede dirigir su mirada quien se asome a sus páginas. En el primero, la poeta echa al suelo velos, cortinas o encubrimientos; se adentra en un hades personal, también colectivo, como encuentro emocional consigo misma y con quien espera al otro lado de las páginas, en los poemas. Lo muestran sus versos tal cual lo vive, como lo siente. Está convencida la poeta de que “todos tenemos un infierno dentro, aunque algunos se empeñan en aparentar que se trata de un paraíso”. Ahí, sin titubeos, se pone de cara a la realidad de las realidades del vivir o, tal vez, del soñar; es el mundo que encierra en sí misma y lo muestra tal cual. Realidades pudo haber sido también otro título para el poemario, más genérico y diluido.

     

Y tras unos versos del poema ‘Volver’ se puede sospechar hacia qué o en qué espacio para (des)orientar se detiene la palabra poética en Hastío: “Yo necesito volver a mi pueblo chico / y morir allí sin grandes sucesos / en la precisa línea de lo maravilloso”.

 

Voz turgente y severa, ¿acaso serena?, nunca dócil la de la poeta, que no teme pisar los charcos ni cree que los nubarrones sean únicamente parte de la escenografía del día a día.

    

“Si no fuera por la poesía, estaría loca… no es que ahora no lo esté, pero sería una loca enferma. Desde niña soy rebelde… la persona que escribe poesía es un inconforme por naturaleza. Siempre va más allá, nos espatarramos fuera de los límites permitidos, transgredimos los perímetros establecidos”, comenta Amarilis. En esa misma dirección transgresora recuerdo unas palabras de Jiddu Krishnamurti; no es saludable, asegura, estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma. Un texto poético, un poema deben desobedecer el lenguaje común y vadear corrientes o cualquier forma de sometimiento.

     

En Larga jornada en el trópico resuena una voz poética que viene de lejos; la poeta, a la escucha, (re)vive un tiempo de muy atrás; memoria y recuerdos, ya símbolos: nadar, volar, partir o quedarse, regresar o… Los poemas recogen una y muchas largas jornadas, uno y muchos tiempos. “tenemos un puerto entre las costillas. / así nos llegó el espejo, la cadena, el látigo. / migró el oro, la sangre, el areyto. / trajeron la religión de cruces y espadas. / religión de tambores y canciones” (‘Tierras de tambor y sal’). La poesía, recalca Antonio Gamoneda, poeta necesario, “si no tiene relación directa con la vida, no es poesía”.

 

Salitre, balcones, agua, y olas, colmados, orillas de acá o de allá, apagones, el no regreso -“nos vamos y nos quedamos”-, un bote, extraña libertad extraña, “huracanes, sequías, variable nubosidad”, aguaceros y siempre isla-islas-(a)isla(da). La isla -“ustedes. yo. / nosotros. // islas.”- en este poemario se convierte en pasión y dolor, obsesión, horizonte y mirada ciega. La voz poética somatiza la palabra ‘isla’ hasta convertirla en espejo cóncavo en el que se mira y desde el que observa el devenir y los vaivenes de la (des)esperanza. “tu isla y mi isla / complicidad milenaria. huella digital bordada en la cintura. / el baile en nuestros pies / y los amaneceres repletos de luz” (‘Entre tu isla y la mía’). Desde esa palabra va repasando la vida; en los poemas, como faros guía en la noche, exhibe “todas las ásperas formas de contar la vida” con intensidad y belleza, nunca ausente la belleza creadora de imágenes, sin entregarse al embeleso. La realidad poética que va creando Amarilis con “milagros verbales” -y ahí está la perplejidad ante el inmenso caudal significativo e inesperado de la palabra-, es una mirada personal a la cotidianeidad enraizada en el tiempo propio y ajeno, vivido o, tal vez, soñado.

 

La poeta puertorriqueña recuerda con frecuencia, “me sano emocionalmente escribiendo”; sin embargo, para Farugh Farrojzad, también poeta, persa, la poesía es como un amigo íntimo con el cual puedo descargar mi corazón.

     

Cada ola del mar Caribe, cada marea bravía o muda es una pulsación que marca el ritmo del corazón de Amarilis Tavárez como lo hacen el guaguancó o la bachata. El clima, sin embargo, “diseña la mirada” y la orienta hacia algún otro trópico, real o imaginado. Cualquier isla es hija del mar, de los vientos y huracanes, de la vecindad negada. Hay una isla, posiblemente con nombre propio, que ha quedado a vivir en Amarilis y en los poemas de este libro; ella es consciente de que “escribe hasta cuando no escribe”.

 

Todas las islas, al fin, son cualquier isla.

 

Aún es tiempo de Poesía; siempre será tiempo para la Poesía.

martes, enero 23, 2018

hastío por Mía Gallegos



Revisando documentos de hace algún tiempo, encontré este comentario que la poeta costarricense, MíaGallegos, escribió esto sobre mi poemario hastío, publicado por Isla Negra en 2014. Parte es el comentario de contraportada. Lo comparto. 


HASTÍO
Por Mía Gallegos
Una nueva obra poética de Amarilis Tavárez nos toma de sorpresa, y ese sentimiento de suspensión que genera parte del título del poemario intitulado “Hastío”, también nos obliga a meditar. Al leerlo por primera vez, y al releer los poemas en varias ocasiones, siempre se me vino a la memoria el concepto de “spleen” de los poetas modernistas, esos poetas, que al igual que los de generaciones posteriores, en la que es menester incluir a los poetas contemporáneos, siempre han visto con dolor, con tristeza, con hastío las leyes del rudo mercado de la sociedad capitalista.

Empieza Amarilis su libro con tres epígrafes que hacen referencia clara a la inocencia; una inocencia perdida, una inocencia que ya no es una  cualidad o una virtud del mundo actual.  Esa mirada prístina no la acompaña a ella, al menos así se puede constatar a través de sus versos. Y es que no ha quedado ningún cimiento en la sociedad que nos mira sobrevivir y nuevos valores están apenas balbuciendo.

Un gran poeta costarricense, Isaac Felipe Azofeifa, decía a mediados de la década de los años ochenta que en la hora actual existe el oscurecimiento de la poesía.  Sus palabras quedaron resonando en mi mente, y siempre que leo poesía tengo presente esa especie de sentencia que el poeta lanzó; por lo tanto, constantemente me pregunto cuáles son las razones para que dicha oscuridad esté presente y que de paso nos agobie.  

Al parecer ya todo está pensando… No quiero creer que esto sea cierto, pero si ya todo se pensó, se discutió y se meditó, no existe la posibilidad de mirar inocentemente la realidad en la que nos toca en suerte vivir. Se desmoronaron las ideologías, la economía capitalista hace crisis en diversas partes del orbe; ciertamente la ciencia avanza y la tecnología nos ha convertido en seres que miran la realidad virtual, la huelen, la sienten y son adictos a esta.

¿Qué le queda al pensamiento, a los pensadores, a los poetas?  Todos estos seres tienen muy poca cabida en este reino de máquinas, de mensajes instantáneos, de prisa, de imágenes que se imponen y en donde parece que las palabras no siempre significan lo mismo o no sirven para denotar.

Esto que he señalado en los párrafos anteriores es el trasfondo que se logra vislumbrar a través de los poemas de Tavárez. Pero hay más, ahí, adentro, en cada vocablo, en cada omisión, en donde la poeta se contiene y nos obliga a pensar y repensar. Y es que ella, movida por una emoción que se contiene, no explica, solamente sugiere y en algunas ocasiones increpa y en otras balbucea.

Debo decir que ignoro las preferencias literarias de Amarilis, no logro desentrañar cuáles han sido sus maestros en el campo poético.  Y aquí debo señalar que, como soy adicta a las obras del francés Albert Camus, encuentro una suerte de conexión con el cuestionamiento que sobre el absurdo realizó este pensador.

Hay hastío… hay pérdida de la inocencia.  Me pregunto si la poeta se agobia frente un mundo hábilmente manejado por “la razón”, en el que no hay cabida para la vida inconsciente, para la vida del instinto, para la recreación de nuevos contenidos ideológicos y humanísticos, valores que no parecen tener un asidero en la actualidad.  Si la inocencia se pierde, se abre un camino: el del cinismo.  Es justamente ahí cuando surge una voz que increpa.  Y ese, precisamente uno de los hallazgos de estos breves e intensos poemas.    

Y así con las palabras de Olga Nolla leo los poemas de Tavárez: “ya hasta mi inocencia se sabe diabólica…” Son las leyes del mundo las que se imponen.  Han caído muros, ideologías y también las palabras y sus contenidos.  Esta misma incertidumbre la enfrentaron los escritores y artistas que plasmaron sus obras en los períodos de guerras y entre guerras en el siglo XX.  Mas las guerras continúan y quizás debamos enfrentarnos a los peligros y consecuencias de una guerra que nos englobe a todos.

Los poetas, que son, como dice el escritor Ezra Pound, las antenas de la raza, son ellos quienes perciben de primeros los cambios que van a desencadenarse en la sociedad.  Amarilis intuye que este “orden nuevo” no es apto para las artes.  Las voces de los vates deben increpar, cuestionar, llamar al pensamiento.

Para muestra, transcribo el poema 18, que dice así: bostezas/ miro estas uñas mordidas/ suena la cifra de lo que va del año/promulgo el tambor/ sacudo mi vientre/ entrego la ciudadnía/ regalas tu nacionalidad/ aprendo historia/ me atraganto de rabia/ quiero justicia/ vuelco mis arsenales de hambre rencores/ olvido las cifras/ tiemblo sin alivio/ vomito/ bostezas.

Tal y como puede observarse, el poema empieza con el verbo bostezas, lo que le da al poema una estructura circular.  En este poema, Tavárez expresa la conciencia del pueblo puertorriqueño al enfrentarse a la pérdida de ciudadanía, a pertenecer a un país que en las actuales circunstancias es un estado asociado a los Estados Unidos de América.

La poeta “se atraganta de rabia”, vuelca sus arsenales… he aquí que nos habla con elementos de la guerra… Su punto de vista es cuestionador.  Y, por supuesto, no hay inocencia, tampoco cinismo… Solo ha quedado la certeza del dominio. La presencia del sustantivo tambor, por otra parte, nos habla de la importancia de hacer resonar las palabras.  El bostezo inicial y final, tan solo se refiere al hastío.
El poema 6. Es muy emblemático de esa búsqueda que emprende la poeta a través del poemario: “necesito brújula/ orientación/ el preciso lugar para vaciar mi vejiga/ hinchada de caldos y vapores." En este poema es interesante apreciar que un sentimiento de búsqueda se traslada al ámbito físico, y es justamente en la vejiga donde se anuda la necesidad de orientación.

En otro poema, Amarilis nos dice que sobran poderosos, nos muestra así las desigualdades económicas y del reparto del poder que se vive en occidente. La mirada también se fija en la miseria y en el miedo. La muerte de mujeres, el femicidio es uno de los temas presentes.

Mas el miedo del que nos habla la poeta se centra, asimismo en el terror de que sus padres mueran y que Dios no exista.  Para ella, sin duda, estas serían los dolores más intensos que genera ua realidad bsurda.

El tema de la finitud, de la muerte y su certeza, también recorre estas páginas, como cuando Tavárez sentencia: “nuestro destino seguro de gusanos”.  Y mientras tanto, ¿qué nos queda?  Nos quedan las palabras para increpar, para retratar la realidad, para golpear un mundo deshumanizado, en el que en apariencia no hay una salida.  Estamos todos atrapados.

Mas yo, me dejé apresar por estos poemas y el mundo que nos expresa.  Y con Amarilis Tavárez Vales también protesto, increpo, cuestiono y, escribo, pues sé que algo quedará, aunque sea como testimonio.

miércoles, julio 30, 2014

volver

 


observo turistas que fotografían todo
ojos ajenos que hacen un mapa forastero 
de una ciudad que se nos cae.

yo necesito volver a mi pueblo pequeño
ese rincón escondido que aun no se tuerce ante el progreso mortal
ese pueblo sin ficción ni realidad
sin centros comerciales ni fábulas descontroladas.

los turistas tienen una historia maravillosa que contar 
de estas murallas agrietadas.
nosotros tenemos otra.

yo necesito volver a mi pueblo chico
y morir allí sin grandes sucesos
en la precisa línea de lo maravilloso
(porque esa es la más grande libertad
la desconocida
la que no necesita ojos ajenos
sólo pájaros arboles mar
y tierra).

lunes, mayo 12, 2014

hastío

Isla Negra Editores presenta

Conservatorio / Presentación 
de 


Este sábado 17 de mayo de 2014 
a las 4:00 pm en 
Libros AC, Santurce

Con la intervención de Carlos Vázquez e Iván Figueroa Luciano

¡Te esperamos!


lunes, febrero 17, 2014

mapa de la muerte


cada muerte es un punto rojo en el mapa
una marca.
creo que nos define más la muerte que los nacimientos.
con los nacimientos no se puede saber nada
sin embargo las muertes son la cartografía del trayecto escogido.

¿fue la guerra
alguna peste
el antojo ininteligible de algún desquiciado?
¿fue el abismo de la vejez
al que debemos lanzarnos?
¿los caballos desbocados de una superioridad ficticia?
¿la bala
la radiación
o el ejercicio aún accesible de respirar?

sé que las muertes demarcan el territorio.
la muerte nos hace
nos define
nos construye.

¿y qué es la vida?
quizá un pañuelo donde bordamos
lágrimas y breves besos.
sólo eso.
nada más. 

miércoles, noviembre 13, 2013

miedo


los sucesos han volado las suelas de goma
que nos llevaban con calma

los momentos en que el miedo se nos cruza se multiplican

saluda con cierta gracia los botones  abiertos de nuestro pecho

sigue su camino de largo
sin inmutarse si quiera a decirnos "tranquilo contigo no es la cosa"

nos habita el miedo
no sentimos miedo
reconocemos al miedo
anda huérfano el miedo

el disparo ha dejado de cortarnos el aire
el sonido de la guerra se alberga en la sala del hogar
halamos el gatillo como quien hala una fruta madura
de un árbol en temporada

se multiplican los miedos cruzados en nuestros momentos

queremos ignorarlos
obviarlos
decir que no nos toca
y los comemos sin remordimiento
sin conciencia
con gula

domingo, agosto 11, 2013



los dedos saltan de las manos 
observan toda la habitación
ellos saben que de sus pulsaciones 
podría nacer un nuevo mundo.

auscultan bajo las sábanas amarillas los rastros 
que quedaron del día. 
sienten el humo pegado a la carne
los sonidos escabrosos de la noche.
todo lo reciben sus antenas finas de capilares y nervios.

caminan alrededor de ese cuerpo que respira profundo 
tantean la piel caída y las bacterias
palpan la suavidad de tantos vellos regados.
reconocen que su despertar es un dolor agudo para ese cuerpo.

entonces, un movimiento los aleja.
nerviosos y tambaleantes se cosen nuevamente a las manos.
repentinamente dejan de ser libres
sienten el fluir tibio de la sangre.
desglosan el sabor de aquella planicie
y se preparan como diez fieles soldados 
a regresar a la inconsciencia
de estar despiertos.


foto de Ana Campos. http://www.flickr.com/photos/justcaptureverything/6612886339/lightbox/

viernes, junio 21, 2013

Riesgo



Salir a la calle a morir.
Buscar refugio entre los dientes de la bestia.
Decolorarnos bajo el sol
bajo la luna tostarnos
astillarnos, crujir, romper la piel.

Salir.
Entrar al riesgo.
Qué somos, cómo somos,
cuándo, dónde, por qué somos.
Descubrir los huesos corroídos
el cemento viejo que se corrompe.
Comprender que el veneno es
el dulce más dulce en el pastel.

Salir a la calle
a morir.
Quedarnos en casa
es un riesgo
demasiado inmenso.

jueves, mayo 09, 2013

Cuerpo Niebla




“Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.”
Silvio Rodríguez

Prefiero no recordar.
Los sueños me tuercen caminos
imperceptibles casi
me llenan la boca de anís y ron
volcándome al sendero
de lo imposible.

Es una vía sin tren.
Pasma los pensamientos
encierra su imagen de neblina
me lleva a precipicios
y me deja caer
contra el suelo espinado de la alarma.

Entre los cordeles de la muerte
se cuela la luz desde un amparo inexplorable
Neblina tu y la noche.
Noche que se convierte en navaja
Y descose los sacos donde me guardé despierta.

Sueño caminar
hilvanando pasillos
extraviar su cuerpo
deshojar su organismo de humo
traspasar paredes de borrosas multitudes
sin mojarme la piel quinceañera con que me sé de treinta.

Prefiero no recordar.
Los sueños me tuercen huesos
me matan y me resucitan
intoxicada de engaño y burla.