martes, enero 23, 2018

hastío por Mía Gallegos



Revisando documentos de hace algún tiempo, encontré este comentario que la poeta costarricense, MíaGallegos, escribió esto sobre mi poemario hastío, publicado por Isla Negra en 2014. Parte es el comentario de contraportada. Lo comparto. 


HASTÍO
Por Mía Gallegos
Una nueva obra poética de Amarilis Tavárez nos toma de sorpresa, y ese sentimiento de suspensión que genera parte del título del poemario intitulado “Hastío”, también nos obliga a meditar. Al leerlo por primera vez, y al releer los poemas en varias ocasiones, siempre se me vino a la memoria el concepto de “spleen” de los poetas modernistas, esos poetas, que al igual que los de generaciones posteriores, en la que es menester incluir a los poetas contemporáneos, siempre han visto con dolor, con tristeza, con hastío las leyes del rudo mercado de la sociedad capitalista.

Empieza Amarilis su libro con tres epígrafes que hacen referencia clara a la inocencia; una inocencia perdida, una inocencia que ya no es una  cualidad o una virtud del mundo actual.  Esa mirada prístina no la acompaña a ella, al menos así se puede constatar a través de sus versos. Y es que no ha quedado ningún cimiento en la sociedad que nos mira sobrevivir y nuevos valores están apenas balbuciendo.

Un gran poeta costarricense, Isaac Felipe Azofeifa, decía a mediados de la década de los años ochenta que en la hora actual existe el oscurecimiento de la poesía.  Sus palabras quedaron resonando en mi mente, y siempre que leo poesía tengo presente esa especie de sentencia que el poeta lanzó; por lo tanto, constantemente me pregunto cuáles son las razones para que dicha oscuridad esté presente y que de paso nos agobie.  

Al parecer ya todo está pensando… No quiero creer que esto sea cierto, pero si ya todo se pensó, se discutió y se meditó, no existe la posibilidad de mirar inocentemente la realidad en la que nos toca en suerte vivir. Se desmoronaron las ideologías, la economía capitalista hace crisis en diversas partes del orbe; ciertamente la ciencia avanza y la tecnología nos ha convertido en seres que miran la realidad virtual, la huelen, la sienten y son adictos a esta.

¿Qué le queda al pensamiento, a los pensadores, a los poetas?  Todos estos seres tienen muy poca cabida en este reino de máquinas, de mensajes instantáneos, de prisa, de imágenes que se imponen y en donde parece que las palabras no siempre significan lo mismo o no sirven para denotar.

Esto que he señalado en los párrafos anteriores es el trasfondo que se logra vislumbrar a través de los poemas de Tavárez. Pero hay más, ahí, adentro, en cada vocablo, en cada omisión, en donde la poeta se contiene y nos obliga a pensar y repensar. Y es que ella, movida por una emoción que se contiene, no explica, solamente sugiere y en algunas ocasiones increpa y en otras balbucea.

Debo decir que ignoro las preferencias literarias de Amarilis, no logro desentrañar cuáles han sido sus maestros en el campo poético.  Y aquí debo señalar que, como soy adicta a las obras del francés Albert Camus, encuentro una suerte de conexión con el cuestionamiento que sobre el absurdo realizó este pensador.

Hay hastío… hay pérdida de la inocencia.  Me pregunto si la poeta se agobia frente un mundo hábilmente manejado por “la razón”, en el que no hay cabida para la vida inconsciente, para la vida del instinto, para la recreación de nuevos contenidos ideológicos y humanísticos, valores que no parecen tener un asidero en la actualidad.  Si la inocencia se pierde, se abre un camino: el del cinismo.  Es justamente ahí cuando surge una voz que increpa.  Y ese, precisamente uno de los hallazgos de estos breves e intensos poemas.    

Y así con las palabras de Olga Nolla leo los poemas de Tavárez: “ya hasta mi inocencia se sabe diabólica…” Son las leyes del mundo las que se imponen.  Han caído muros, ideologías y también las palabras y sus contenidos.  Esta misma incertidumbre la enfrentaron los escritores y artistas que plasmaron sus obras en los períodos de guerras y entre guerras en el siglo XX.  Mas las guerras continúan y quizás debamos enfrentarnos a los peligros y consecuencias de una guerra que nos englobe a todos.

Los poetas, que son, como dice el escritor Ezra Pound, las antenas de la raza, son ellos quienes perciben de primeros los cambios que van a desencadenarse en la sociedad.  Amarilis intuye que este “orden nuevo” no es apto para las artes.  Las voces de los vates deben increpar, cuestionar, llamar al pensamiento.

Para muestra, transcribo el poema 18, que dice así: bostezas/ miro estas uñas mordidas/ suena la cifra de lo que va del año/promulgo el tambor/ sacudo mi vientre/ entrego la ciudadnía/ regalas tu nacionalidad/ aprendo historia/ me atraganto de rabia/ quiero justicia/ vuelco mis arsenales de hambre rencores/ olvido las cifras/ tiemblo sin alivio/ vomito/ bostezas.

Tal y como puede observarse, el poema empieza con el verbo bostezas, lo que le da al poema una estructura circular.  En este poema, Tavárez expresa la conciencia del pueblo puertorriqueño al enfrentarse a la pérdida de ciudadanía, a pertenecer a un país que en las actuales circunstancias es un estado asociado a los Estados Unidos de América.

La poeta “se atraganta de rabia”, vuelca sus arsenales… he aquí que nos habla con elementos de la guerra… Su punto de vista es cuestionador.  Y, por supuesto, no hay inocencia, tampoco cinismo… Solo ha quedado la certeza del dominio. La presencia del sustantivo tambor, por otra parte, nos habla de la importancia de hacer resonar las palabras.  El bostezo inicial y final, tan solo se refiere al hastío.
El poema 6. Es muy emblemático de esa búsqueda que emprende la poeta a través del poemario: “necesito brújula/ orientación/ el preciso lugar para vaciar mi vejiga/ hinchada de caldos y vapores." En este poema es interesante apreciar que un sentimiento de búsqueda se traslada al ámbito físico, y es justamente en la vejiga donde se anuda la necesidad de orientación.

En otro poema, Amarilis nos dice que sobran poderosos, nos muestra así las desigualdades económicas y del reparto del poder que se vive en occidente. La mirada también se fija en la miseria y en el miedo. La muerte de mujeres, el femicidio es uno de los temas presentes.

Mas el miedo del que nos habla la poeta se centra, asimismo en el terror de que sus padres mueran y que Dios no exista.  Para ella, sin duda, estas serían los dolores más intensos que genera ua realidad bsurda.

El tema de la finitud, de la muerte y su certeza, también recorre estas páginas, como cuando Tavárez sentencia: “nuestro destino seguro de gusanos”.  Y mientras tanto, ¿qué nos queda?  Nos quedan las palabras para increpar, para retratar la realidad, para golpear un mundo deshumanizado, en el que en apariencia no hay una salida.  Estamos todos atrapados.

Mas yo, me dejé apresar por estos poemas y el mundo que nos expresa.  Y con Amarilis Tavárez Vales también protesto, increpo, cuestiono y, escribo, pues sé que algo quedará, aunque sea como testimonio.

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